domingo, 26 de julio de 2009

Dejar de comer y vomitar

Si sales a la calle a realizar una encuesta sobre trastornos de la conducta alimentaria, 4 de cada 5 personas te los definirán así: anorexia es dejar de comer, y bulimia es atracarse y vomitar. Nada más lejos de la realidad. La restricción alimenticia y los métodos compensatorios, como purgas, ejercicio o laxantes, son la consecuencia del diablo que inunda la cabeza de millones de personas, pero no constituyen el demonio en sí. La anorexia y la bulimia -Ana y Mia para abreviar- implican un grado de malestar extraordinario que no siempre está relacionado con los datos cuantitativos: peso, altura, edad, perímetro de cintura, etc. Es decir; no eres más anoréxico por estar más flaco, eres anoréxico cuando: -Te odias tanto a ti mismo/a que eres capaz de herirte. -Te horrorizas cada vez que te ves de refilón en un espejo. -La cuenta de calorías te resulta inevitable. -Te sientes mierda después de comer, o incluso al pensar en comida en cualquiera de sus formas: su compra, su preparación, su cocción, su ingesta, su devolución... -Cada día te ves más gordo/a y darías lo que fuera por adelgazar, incluso la vida. -Piensas que cualquier esfuerzo vale la pena, y no solo por mejorar tu físico, sino para perfeccionar todos los aspectos de tu vida: laboral, estudios, familiar... Quieres ser perfecto/a en todo: la amiga perfecta, el futbolista perfecto, la estudiante perfecta, el hijo perfecto, la secretaria perfecta, el ingeniero perfecto, la cocinera perfecta, el enfermero perfecto, la bailarina perfecta, el amante perfecto, la conversadora perfecta, el informático perfecto, la nieta perfecta, el sobrino perfecto... y cuando esto no sucede te sientes inútil y te propones mejorar. Tu nivel de auto-exigencia es siempre muy superior al de exigencia a los demás. -Las metas forman parte de tu cotidiandad. Necesitas de esa ilusión que supone el imaginarte habiendo sacado un 10 en Matemáticas, tras haber bajado 10 kilos o realizando 10 minutos más de abdominales de los que sueles hacer. Resumiendo, anhelas ser la chica 10. -Seguir una rutina se convierte en esencial para ti, ya sea desayunar cada mañana lo mismo, hacer 50 sentadillas todas las noches, cepillarte los dientes 3 veces, provocarte el vómito cuando la ingesta ha superado las 200 calorías, lavarte el rostro con 4 productos diferentes, estudiar un mínimo de 9 horas a la semana, o comer siempre a la misma hora. Te pone nervioso que tu rutina se vea alterada, y crees que vas a subir de peso por haber desayunado leche en lugar de una naranja, o que vas a suspender Historia por haber estudiado 7 horas en lugar de 9. -Necesitas la aprobación de los demás, sobre todo de los más allegados, resultando su opinión más importante que la tuya en ocasiones: tu amiga te insinuó que esa camiseta no te quedaba bien así que no te la pones aunque a ti te gustaba; te encantaría pintarte el pelo de rubio pero tu pareja comentó que le gustaban más las morenas; mamá piensa que las Ciencias tienen más salidas que las Letras, así que eliges la carrera de Biología aunque tu verdadera vocación era Periodismo; celebras tu cumpleaños en esa discoteca que no te agrada del todo porque es la preferida del grupo... se me ocurren demasiados ejemplos, soy experta en anteponer las necesidades ajenas a las mías propias y en complacer a la gente. -Parece que la felicidad nunca va a ser para ti y que hagas lo que hagas, cumplas los objetivos que cumplas, nunca es suficiente. -Lloras a menudo y a veces sin motivo aparente. La tristeza se ha apoderado de tu vida. -Crees que tu imagen tiene mucho que ver con tus éxitos, más que la inteligencia o que cualquier otra cualidad. -Antepones el cuidado físico al cuidado de otros aspectos de tu persona: no vas a comprarte ese cuaderno que necesitas por depilarte las cejas, dejas de ir al cine con Carlos para visitar el gimnasio por 5ª vez esta semana, prefieres perderte tu programa favorito de la TV antes que tu sesión de flexiones, llegas tarde a clase antes que presentarte sin maquillar... -Gastas cantidades de dinero que antes te parecían inimaginables en cosas como crema anticelulítica, pastillas supresoras del apetito o una faja reductora, aun cuando eres una muy ahorradora para otras cosas. -Cuanto menos comes, más satisfecho te sientes. -El mayor halago para ti es que digan que has adelgazado, o que te pregunten qué dieta sigues para lucir ese tipazo. -Te obesionan las cifras: kilos, libras, centímetros, número de calorías de una pechuga de pollo... -Temes engordar más que cualquier otra cosa, a veces tienes pesadillas en las que has subido de peso o te has zampado una hamburguesa con queso. -Te dan miedo los alimentos calóricos, de hecho, cualquier alimento. -Te sabes de memoria las tablas nutricionales mejor que cualquier endocrino. -Te crees incapaz de comer más de la cantidad adecuada, sería demasiada presión. O por el contrario, en ocasiones empiezas a comer y te sientes incapaz de parar. ... Estos son solo algunos de los patrones que tenemos en común las personas con Ana y Mia; no obstante no hay que compartirlos todos para presentar una anorexia. Solo son ejemplos de nuestro estado de ánimo, el cual nos conduce a dejar de comer o a purgarnos, Y NO AL REVÉS. Una persona feliz y sana no restringe su dieta de esta manera porque le dé la gana, han de preexistir algunos factores, como los arriba mencionados. La anorexia y la bulimia son trastornos MENTALES que dan lugar a consecuencias físicas y nunca al contrario. Espero no haber dado lugar a confusiones, si alguien tiene alguna duda que nos lo comente. Luna y yo daremos nuestro punto de vista y trataremos de ser objetivas dentro de nuestras claras limitaciones, obvio que no podemos ser imparciales en un asunto que nos afecta tanto. Un beso de limón, MARINA.

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